La ruta 380….

Seguramente muchos (sobretodo si eres de Guadalajara) la conocerán como la «ranchochenta», el «sexochenta», o muchos otros apodos que uno puede conocer con subirse un poco a este camión. Pues bien, quiero platicar un poco de un recorrido que decidí hacer en ella, una especie de cronología urbana de los medios de transporte representados en tan insigne microbús (en realidad me cambié de casa y tengo que usar esa chingadera para llegar a la universidad…).

La primera odisea es llegar a la parada. Esta ruta tiene su camino por todo lo que en Guadalajara es el periférico, o en realidad, semiperiférico, porque no está completo. Si no tienes que cruzarlo, no hay problema, pero en caso contrario, tienes que lidiar con una horda de amables automovilistas que por supuesto se preocupan por el peatón y no avientan su carro como pensando en lograr puntos cual personaje de Grand Theft Auto, y como nuestras amables autoridades se han avocado en poner puentes a su muy misteriosa manera, pues hay que burlar esos pequeños artilugios móviles de metal. Ya estando en la parada, uno se tiene que preparar para estar atento al momento en que dicho transporte se vea llegar, porque hay que luchar por un lugar en la parte trasera del camión, ya que entrar por adelante es prácticamente imposible a no se que seas un suicida en potencia y quieras morir asfixiado por los cuerpos sudorosos y los vigorizantes gases que emanan cada 5 minutos. Aunque por detrás no es muy diferente (la puerta, puercos), al menos tienes oportunidad de defender los 5 mm de espacio que conseguiste con el sudor de tu….frente.

Este transporte parece un poco más cómodo en comparación...

A continuación viene el show en grande. Por lo visto los choferes tienen algo parecido a una desvinculación con el mundo que los rodea, o sienten que su unidad es como un vortex donde todo cabe sin necesidad de saberlo acomodar. Al estar tan lleno de seres carnosos dicho armatoste, pues es normal que sucedan experiencias cuasisexuales donde bien puedes perder la virginidad en partes de tu cuerpo donde siempre habías sido y siempre pensaste que continuarías casto y puro; algunas ocasiones se puede escuchar la clásica frase «te la cambio», o «el de abajo es mío y las de arriba también». Algo que podemos poner a  favor del 380, es que no existe la discriminación, aquí se agarra parejo: flacos, gordos, altos, chaparros, negros (bueno, tal vez nazgul no) y blancos, mujeres, hombres o quimeras; en este lugar a nadie se le niega el placer.

Vista superior dentro del camión...la parte de abajo no se muestra porque no es apto para menores...

Mi recorrido llegó hasta aquí, y no por falta de ideas, o por hueva, sino porque en un afán por mostrarme uno de los tantos atractivos del «puercochenta», el amable vacuno mal llamado conductor (o al revés?¿ nahhh), tuvo la gracia de chocar contra otro camión, por lo que todos tuvimos que abandonar la unidad, no sin mostrar nuestro rostro de insatisfacción por un coitus interruptus que no nos esperábamos. Ya volveremos, después de todo, el motel sobre ruedas, la 380, seguirá ahí para recordarnos porque debemos estar agradecidos con nuestro sistema de transporte. Ya luego les contaré sobre el bendito Macrobús…..

He aquí algunos de los hábiles conductores.....no se permite darles comida....

P.D. Saludos a Sergio, el maestro de Hipermedial, el cual se supone que lee estas chairas cada semana (y no comenta, por cierto…)